Estrategia tiene como raíz ag- (conducir), ster-2 (extenderse). En
castellano procede del griego, unido significa "conducir, guiar"
y "multitud, ejército". La palabra aparece por primera vez
en castellano en el s.XIX, así tenemos en el DRAE 1822: La
ciencia propia de un general del ejército. El significado actual
que da el DRAE es: Arte de dirigir las operaciones militares. La
palabra "estratega" (aceptada por el DRAE en 1927) se tomó
del francés strategue, que en vano ha sido rectificada por su
forma correcta "estratego" (desde 1925).
Sin embargo en español el derivado más antiguo de la raíz es
"estratagema", término ya empleado desde al menos finales
del s.XVI. El DRAE 1732 le da el siguiente significado: Ardid de
guerra, engaño hecho al enemigo con astucia y destreza. Vamos,
las maniobras brillantes que en las batallas emplean los generales
para "llevarse al huerto" al enemigo.
En la antigua Grecia llamaban strategos (estratego) al
general, aunque el término se utilizó también para designar al
gobernador militar de una región conquistada. Sin duda el más famoso estratego de la antiguedad fue Alejandro Magno.
La palabra se siguió
empleando en Grecia durante muchos siglos, no en balde el famoso
manual militar titulado strategikon, atribuido al emperador
bizantino Mauricio I (s.VI d.C), fue referencia para los strategos
medievales. El manual permaneció vigente en la guerra, sin cambios
significativos, hasta el s.XI. Contiene una lista de infracciones
militares y de las sentencias apropiadas. El strategikon
también aporta mucha información sobre las armas y armaduras del
periodo así como las más adecuadas para cada tipo de tropa. Para
comprobar que disciplinas debía dominar todo buen estratego muestro
a continuación el título de los capítulos del tratado:
Libro I – Introducción (para aquellos dedicados a la estrategia).
Libro II – Formaciones de batalla de la caballería.
Libro IV – Emboscadas.
Libro V – Trenes de bagaje.
Libro VI – Distintas tácticas y ardides.
Libro VII – Estrategia. Puntos que el estratego debe considerar.
Libro VIII – Instrucciones generales y castigos.
Libro IX – Ataques por sorpresa.
Libro X – Asedios.
Libro XI – Tácticas y características de diversos pueblos
(francos, lombardos, ávaros, turcos y eslavos).
Libro XII – Formaciones mixtas, infantería, campamentos y caza.
La versión latina del estratego fue el duque. Raíz
deuk- (conducir, llevar). Del latín duco "llevar,
conducir". El francés antiguo duc y el latín dux
significan propiamente "estratego". En el Bajo Imperio
romano se aplicó a dignatarios de las provincias que ocupaban un
alto cargo cívico-militar, caso similar a los gobernadores militares
(estrategos) de la Grecia clásica.
Comenta San Isidoro (s.VII) sobre los duques: Al duque se le da
este nombre porque es quien conduce el ejército. Sin embargo no
todos los duques o príncipes pueden recibir también el título de
rey: cuando se trata de la guerra es preferible de la denominación
de duque a la de rey, porque con el primer nombre se está designando
al que conduce en medio de la batalla. Por eso Virgilio habla de
Evandro como duque y no como rey; Y Salustio escribe: "Por ello
cada uno se esforzaba en mostrarse valeroso en presencia del duque".
No dice en presencia del cónsul.
A principos del s.V, el duque ostentaba el mando militar de las
tropas romanas de guarnición en una provincia. En la tradición
germánica, representaba también un jefe militar elegido. A partir
del s.VII, los duques ejercieron además del mando militar, poderes
cívicos y jurídicos. Carlomagno procuró disminuir el poder de los
duques, pero hacia finales del imperio carolingio, éstos tendieron a
arrogarse la soberanía hereditaria de los países cuya
administración les había sido confiada.
En la Edad Media, con el
establecimiento de la autoridad real, el título ducal era otorgado
por el rey. En España el dux o duque visigodo sustituyó desde fines
del s.VI al gobernador que estaba al frente de las provincias
romanas, acumulando los poderes militares, judiciales, etc. Pero las
peculiares circunstancias de la invasión musulmana y de la
Reconquista hicieron desaparecer los ducados de la Península en la
Edad Media, y el título fue concedido muy raramente hasta el s.XV,
reservándose en general para los miembros de la familia real.